martes, 30 de noviembre de 2021

LIMES GERMANICUS. IV

 Limes significa frontera, límite, linde. Así es como llamaban los romanos a las fronteras de su extenso imperio. Estas fronteras, a menudo, estaban fortificadas o vigiladas por destacamentos militares.

En ocasiones, la vigilancia del limes exigió la construcción de grandes infraestructuras militares; fosos, muros, torres, fortines y fortalezas. La solidez de estas defensas dependía de la situación concreta de cada tramo de frontera; en ciertos tramos, considerados inseguros, las estructuras formaban un auténtico muro, jalonado por fortines; en otros tramos, más seguros, las estructuras se limitaban a torres de vigilancia y a algún campamento militar de carácter provisional, que albergaba solamente a algunas cohortes.

                                   Fortaleza de Saalburg en el limes renano.

El limes renano iba desde el nacimiento del río Rin hasta su desembocadura en el Mar del Norte. Lo estableció Julio César durante sus campañas militares en Galia Transalpina. Augusto intentó llevar la frontera hasta el Elba, pero tras la catástrofe de Teutoburgo en el año 9 d. C., esta iniciativa fue abandonada y la frontera quedó en el Rin hasta la desaparición del Imperio Romano de Occidente.
Las estructuras defensivas de la frontera del Rin no estaban diseñadas para impedir que fuesen traspasadas por invasores procedentes del Germania, sino para dar la alerta y entorpecer los movimientos de los mencionados invasores. Se trataba de una línea de campamentos militares, torres de vigilancia, muros, fortines y fortalezas, que era permeable, pero que, al fin, suponía que cualquier invasor fuese detectado, hostigado y devuelto al lugar de donde procedía en un tiempo corto.
Este limes fue fortificándose de manera progresiva desde los tiempos de Julio César hasta finales del siglo IV d.C.; después, dejó de ser frontera y, tramo a tramo, pasó a formar parte del corazón del reino de los francos.
Como hemos visto en los capítulos anteriores, Julio César escribió De Bello Gállico con una intención principalmente propagandística, de manera que omitió muchas cosas, e incluso faltó a la verdad en otras.
En primer lugar, estableció una frontera en el río Rin que nunca había existido, ya que los pobladores de ambas márgenes del río tenían una economía y una cultura muy semejantes; incluso, la mayor parte de ellos hablaban distintas versiones de una misma lengua.
Es totalmente falso lo que afirma cuando se refiere a las actividades económicas de los habitantes de lo que él denomina Germania; según él, los germanos no practicaban la agricultura, lo que carece de veracidad, ya que cultivaban cereales, legumbres y hortalizas. Es cierto que su agricultura era primitiva, pero utilizaban el arado y, probablemente, abonaban con el estiércol del ganado.
Eran granjeros que habitaban de manera dispersa los campos en caseríos y aldeas; sus bienes más preciados eran su ganado y los pocos objetos metálicos que poseían; pero no eran autosuficientes y, por esta razón, practicaban el intercambio de productos. 
El Rin no era ajeno al tráfico de materias primas y productos elaborados; por el contrario, desde mucho tiempo antes de la llegada de César era una vía de comunicación que conectaba el Mar del Norte con la zona central de Europa. Se comerciaba con metales, ámbar, armas, productos agrícolas y esclavos. Las aristocracias militares obtenían botines de las expediciones de pillaje y dichas ganancias eran invertidas en objetos de prestigio de todo tipo. Cuando el pillaje aumentó a finales del siglo II a. C., las comitivas armadas se nutrieron de hombres que se alejaron progresivamente de las labores productivas, dedicándose casi exclusivamente a la depredación y, por consiguiente, la demanda de armas de calidad y otros bienes de lujo aumentó.
El bajo Rin y toda la desembocadura fueron especialmente favorables para la navegación fluvial, ya que las aguas discurren lentamente hacia el Mar del Norte y el caudal es grande. Cuando César llegó a esta zona el tráfico en la desembocadura y zonas aledañas estaba en manos de los bátavos y los frisios. Estos últimos eran comunidades que habitaban en la costa y sus actividades económicas eran principalmente la pesca y en transporte marítimo de mercancías.


Ubios, bátavos y frisios fueron los primeros pueblos que se romanizaron y desde el principio Roma los consideró aliados;  los ubios y bátavos proporcionando tropas auxiliares al ejército romano; los frisios prestando asistencia y medios de transporte marítimo.
Julio César definió la frontera, pero no la fortificó; simplemente, hizo pactos con algunas poblaciones de la rivera derecha y dejó varios destacamentos militares acampados provisionalmente en los territorios próximos al río.
Como hemos visto en capítulos anteriores, la primera iniciativa para fortalecer la frontera fue de Agripa, legado de Octaviano en la zona. Marco Vipsanio Agripa mantuvo desde su juventud una relación de estrecha amistad con Augusto y éste acabó considerándole su mejor general y sucesor; así pues, es natural que en 39 a. C. le nombrase gobernador de la Galia Transalpina. Su objetivo no era consolidar una frontera rígida y estática, ya que la intención de Augusto era continuar las conquistas más allá del Rin, emulando de alguna forma a su padre adoptivo, Cayo Julio César.
Para mantener la seguridad en la frontera y poder llevar a cabo campañas militares en Germania, Agripa consideró imprescindible establecer unas buenas comunicaciones entre el Rin y el Ródano. Realizar expediciones militares más allá del Rin requería un ejército numeroso, respaldado por una retaguardia capaz de proporcionar recursos, tropas de repuesto  y seguridad en caso de retirada. El abastecimiento era muy importante, ya que varias legiones en marcha consumían gran cantidad de alimentos y materiales de todo tipo.
Lo importante para Agripa era establecer una vía de comunicación entre la Galia Narbonense y el Rin. Dicha vía debería subir por el Ródano hasta Lugdunum, y desde allí continuar por el Saona, enlazar con el valle del Mosela y, finalmente, llegar a la confluencia de este río con el Rin.

                        Ruta de Agripa.

Aquella ruta combinaba tramos de transporte fluvial con caminos y calzadas. Discurría siempre por territorio seguro. Comenzaba en Narbona o Marsella y subía hasta Lugdunum, centro religioso y ciudad comercial; desde allí, continuaba por el Saona, en tierras de los eduos, pueblo que era considerado el más fiel a Roma en toda la Galia Transalpina. Desde el Saona conectaba con el Mosela, en tierras de los tréveros, que desde tiempos de Julio César aportaban una numerosa caballería auxiliar a las legiones. Finalmente, la ruta llegaba al Rin, en el tramo medio del río.
Aquello suponía contar con diversas flotillas fluviales que operasen en los diferentes cursos, con puertos donde atracar y almacenes y astilleros.
Al estallar la guerra civil entre Augusto y Marco Antonio en el año 32 a. C., Agripa hubo de dejar los asuntos del limes para tomar el mando del ejército de Augusto. Sin embargo, los trabajos realizados en los años anteriores ya estaban muy avanzados.
Ya en el año 38 a. C. había consolidado la seguridad de la frontera trasladando a los ubios a la margen izquierda del Rin. Los ubios no eran muy numerosos, pero habían mostrado fidelidad a Roma desde que Julio César cruzó el Rin en el 55 a. C. Habían formado parte de la caballería de César en todas las batallas importantes, como Alesia y Farsalia. En todas estas ocasiones habían demostrado una gran eficacia en el combate y adquirido una gran fama. Sea como se dice a menudo que los ubios solicitaron a Agripa les trasladase a la margen opuesta del río por temor a las incursiones de los suevos, sea mas bien que el propio Agripa les ordenó el traslado, el hecho es que les dio tierras en la margen izquierda y fundaron un recinto amurallado llamado Oppidum Ubiorum. Tiempo después, y habiendo obtenido la mayoría de ellos la ciudadanía romana, la fortaleza fue declarada colonia romana y tomó el nombre de Colonia Claudia Ara Agrippinensium. Este recinto amurallado ocupaba un lugar estratégico a la orilla del río, algunos kilómetros aguas abajo de la confluencia del Mosela con el Rin.
    Reconstrucción de Colonia Claudia Ara Agrippinensium.

Los ubios estaban muy romanizados en tiempos de Agripa y una buena parte de ellos habían prestado servicios en la caballería auxiliar de las legiones romanas. Estuvieron a las órdenes de Agripa desde el 39 a. C. y combatieron contra las bandas armadas que, provenientes del Elba, se acercaban al Rin.
Colonia Claudia Ara Agrippinensium se convirtió en una gran ciudad comercial e importantísimo puerto fluvial; durante el principado de Tiberio pasó a ser la capital administrativa de Germania Inferior en el año 17 d. C. En tiempos del reino de los francos terminó llamándose Colonia. Hoy en día es una de las ciudades más importantes de Europa.
En 21 a. C. Augusto dio por esposa a su hija, Julia la Mayor, a Agripa, le concedió el alto mando de las provincias senatoriales y los poderes de tribuno. De este modo, Agripa se convirtió de hecho en co-reinante de Augusto.
Continuando con sus objetivos estratégicos para el limes renano, Agripa continuó la consolidación de la ruta que conectaba el Ródano con el Rin fundando a orillas del Mosela la ciudad de Augusta Treverorum, en tierras de los tréveros. La ciudad surgió como consecuencia de la construcción de un puente que conectase ambas orillas del río Mosela. Desde este puente se trazó una calzada el la margen derecha del río que llegaba hasta su confluencia con el Rin. El lugar era de obligado paso para todos aquellos que hacían la ruta en ambos sentidos. Vigilar el puente era imprescindible y por esta razón hubo de establecer un campamento militar permanente allí mismo. Los tréveros que habitaban en las cercanías se fueron estableciendo junto al fortín que guardaba al puente atraídos por las ventajas económicas y la facilidad de las comunicaciones. Artesanos y comerciantes engrosaron un poblado que creció incesantemente.
El puente de Augusta Treverorum tenía las características propias de otros puentes que construyeron los romanos en la zona. Sus elementos verticales eran una doble alineación de pilares de piedra sobre los que se apoyaba una pasarela de madera recubierta de tierra. La base de los pilares estaba protegida de la corriente  por un revestimiento de madera. 

                                  Pilares de un puente romano con revestimiento de madera.

                                          Estructura con arco de medio punto.


Augusta Treverorum fue una de las ciudades más importantes de la zona. Cercana al limes renano, constituyó una encrucijada comercial importantísima, y un foco de romanización de primer orden. Contaba con todas las características urbanas de una ciudad romana y sus edificios e infraestructuras provocaban asombro en los visitantes del otro lado del Rin. A finales del siglo V d. C. la ciudad pasó a formar parte del reino de los francos con el nombre de Tréveris. Fue una de las ciudades más importantes del Imperio Carolingio y durante toda la Edad Media destacó como centro comercial, manufacturero y paso obligado en las rutas que unían el Mar del Norte y el Báltico con el Mediterráneo.

                                  Puerta de Tréveris.






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