domingo, 30 de noviembre de 2014

INGENIEROS LEGIONARIOS. I

Hay ciertas cuestiones que son difíciles de discutir; una de ellas es que los ejércitos romanos de finales de la República eran prácticamente imbatibles. Es cierto que sufrieron algunas derrotas sonadas, como por ejemplo la de Carras, pero en general el panorama que aparece ante nosotros es el de una organización militar y un sistema de combate que permiten una victoria rápida y definitiva sobre el enemigo.
Sobre este tema, el lector puede informarse ampliamente en los siguientes artículos:
https://sites.google.com/site/temasdelahistoria/2
https://sites.google.com/site/temasdelahistoria/caravana-hacia-el-sur
http://comentariosdelahistoria.blogspot.com.es/2014/01/el-ejercito-romano-de-finales-de-la.htm
http://comentariosdelahistoria.blogspot.com.es/2014/01/el-ejercito-romano-de-finales-de-la_10.html
http://comentariosdelahistoria.blogspot.com.es/2014/01/el-ejercito-romano-de-finales-de-la_15.html
http://comentariosdelahistoria.blogspot.com.es/2014/01/el-ejercito-romano-de-finales-de-la_25.html

Efectivamente aquel ejército vencía por su organización, su disciplina y su táctica; pero además, las legiones romanas, desde al menos las últimas décadas del Siglo III a. C. desarrollaron una fuerte tendencia a la especialización de los soldados. Con esto queremos decir que cada legionario se especializaba en una serie de funciones propias de su puesto en la formación y de su papel en el combate. Indudablemente, el nivel de especialización era diferente según cada soldado concreto; lo que es indudable es que esta tendencia fue creciendo con el tiempo y alcanzó su cima más alta entre los siglos I a. C. y II a. C.


                        Moneda de oro de finales del Siglo III a. C. con la imagen de Marte y el águila.

Cuando el ejército romano se profesionalizó tras la reforma de Cayo Mario a finales del Siglo II a. C., en las mesas de reclutamiento se preguntaba a quienes deseaban alistarse por su profesión, habilidades y conocimientos. Herreros, metalúrgicos, canteros, carpinteros y demás profesionales eran reconocidos como tales y se les adjudicaba un puesto según sus destrezas. También se reclutaban técnicos de nivel medio y alto con el objetivo de que formasen equipos capaces de presentar soluciones tecnológicas a los múltiples problemas que surgían en campaña. Estos obreros y técnicos eran denominados fabri.
Sin embargo, la mayor parte de estos especialistas se formaban en la legión. Según sus habilidades comenzaban aprendiendo los rudimentos del oficio y tras varios años de servicio y duras campañas adquirían la categoría de oficiales de carpintería, armería y otras artes. cuando su experiencia era muy alta, eran considerados maestros, que dirigían a los equipos de artesanos que formaban parte de la legión.

                      Herrero en su fragua.

La legión era un lugar idóneo para aprender un oficio, ya que durante las campañas militares no solo se hacían pequeños trabajos, sino también grandes obras. Dentro de las distintas especialidades destacaba el oficio de armero, necesario para la reparación de las armas de los soldados, sobre todo después de una batalla.
Cuando se trataba de realizar trabajos complejos o grandes obras dirigían las actividades los architecti, maestros de obras y técnicos con grandes conocimientos que eran contratados para que sirviesen en el ejército, permaneciendo al margen de la estructura militar. Estos últimos organizaban la construcción de los campamentos (castra) permanentes, de los puentes y las estructuras y máquinas de asedio.
A finales del Siglo III a. C. todos estos fabri fueron puestos bajo el mando del praefectus fabrum, oficial que dirigía a los equipos de architecti y artesanos y velaba por el acopio de materiales y el mantenimiento de las herramientas.
Pero fue Cayo Mario quien elevó los trabajos manuales y la ingeniería hasta un nivel de importancia que ya no abandonarían durante varios siglos. En 108 a. C. comenzó la creación de un ejército profesional reclutado entre los proletarii de Roma y entre los socii de Italia. Aquellos legionarios eran soldados y obreros a la vez, debían su suerte en la guerra al pico y la pala más que a las armas. En campaña caminaban cargados con un equipo compuesto por azada, pico y canasta para cargar tierra y piedras, además de las armas ofensivas y defensivas; no en vano, y a modo de burla, fueron llamados mulus marianus. Sin embargo, su eficacia era letal; eran capaces de montar un campamento fortificado en pocas horas, desbrozar el bosque más espeso y practicar férreos asedios. Los soldados de Mario estaban tan familiarizados con las herramientas como con las armas, incluso más; la mayoría de ellos provenían de los arrabales de Roma y otras ciudades de Italia; eran obreros e hijos de obreros; muchos de ellos pequeños artesanos, que era lo que más abundaba en la ciudad de Roma. Su éxito quedó demostrado cuando Mario derrotó a los cimbros y los teutones, dejando absolutamente sorprendidos a los nobles romanos que no daban crédito a lo que estaban viendo. La victoria no fue fruto de la casualidad; cuando Cayo Mario se dirigió al Ródano en 104 a. C. sometió a sus reclutas a continuas marchas, durante las cuales los entrenó en la construcción rápida de campamentos que eran levantados y abandonados a la mañana siguiente; el resultado fue que aquella labor acabó siendo realizada por los legionarios de memoria, y mejorada, perfeccionada.

                                  Yelmo romano de los tiempos de Cayo Mario.

6 comentarios:

  1. "Tecnología punta" al servicio del ejército más poderoso del mundo.
    Saludos.

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  2. Una visión racional, técnica y objetiva del hecho humano que es la guerra. El éxito fue completo.

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  3. Muy interesante. Desde luego las legiones eran una auténtica máquina. Saludos cordiales.

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    1. Ese es el concepto. Si eres tan amable de leer la segunda parte de este artículo, que estoy escribiendo, veráspero que eso es exactamente lo que quiero decir.
      Saludos.

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  4. Muy interesante.Aqui v mi blog romano
    http://alfonso-traianus.blogspot.com.es/p/equipo-de-legionario-romano-en-el.html

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