Se suele decir que la memoria del ser humano es corta. Esto se refiere a que habitualmente cualquier persona puede recordar con bastante detalle muchos acontecimientos ocurridos durante su vida, pero mostrará dificultades para conocer hechos inmediatamente anteriores a su nacimiento. Esta misma persona conocerá algunos acontecimientos ocurridos en tiempos de sus padres, y tendrá una débil noticia de algunos acontecimientos sueltos de tiempos de sus abuelos. De lo acontecido más allá es casi seguro que no sabrá nada; y si sabe algo, es en unos términos tan nebulosos que lo más probable es que el mismo individuo no tenga idea de a qué se refiere. La Historiografía, la Literatura y las otras artes son, por tanto, el registro de todo aquello que no podemos recordar.
En las sociedades que carecen de escritura esta forma de recordar los
acontecimientos no es posible, y por lo tanto se recurre a otros sistemas de
memoria. El más antiguo es el mito.
El mito está dirigido a los grandes grupos humanos; es una manera de que
miles o millones de personas conserven el recuerdo de acontecimientos o ideas y
creencias del pasado remoto. Por su condición de contenido
elaborado para las masas, no admite complejidad alguna, ni puntos de vista
diferentes; debe ser simple, claro y conciso. Esto no implica que no pueda
haber diferentes versiones de un mismo mito. Muchos opinan que fueron los
mismos grupos humanos los que crearon los mitos, es decir, fue una obra común
de las civilizaciones. Otros opinan que su origen está en la genialidad y el
trabajo creativo de individuos privilegiados en cuanto a capacidades. Es
posible que
todos tengan razón, que sobre una base de recuerdos y contenidos populares
actuasen después aquellos creadores, seres inteligentes, elevados por el arte y
la belleza.
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